viernes, 19 de diciembre de 2014

La Promesa.


LA  PROMESA.



Cuando me marché de casa le juré a Ximena, mi hija, que volvería. Hace ya algún tiempo de eso, pero nunca olvidé mi promesa. No ha sido nada fácil cumplirla, pero ahora estoy a sólo unos cuantos pasos de hacer valer mi palabra y volver a ver a mi familia.

Muchas cosas han cambiado desde que salí de este lugar. Todo luce más viejo y olvidado, como yo. Los árboles están tristes, agachados y marchitos. El cielo también se ve un poco más encanecido, o quizás sólo sea un aviso de la tormenta que se avecina. No parece que haya llovido recientemente, pero la humedad se puede sentir en los huesos.

Ahora me resulta un poco complicado recordar por qué me alejé por tanto tiempo. Sé que no llevaba conmigo ninguna maleta, por lo que quizás no tenía pensado demorarme demasiado. Me parece que en ese entonces había muchas personas en la casa. Recuerdo que alguien yacía en cama, posiblemente por alguna enfermedad, y todos estaban muy preocupados… ¡Eso es! Había un ir y venir de médicos, e incluso creo haber visto a un sacerdote, quizás por eso me fui, pues nunca me han caído bien los que dicen hablar en nombre de Dios. No sé si salí a comprar algo; una medicina u otra cosa… ¡Qué memoria la mía!

Sólo recuerdo haber sostenido la mano de mi hija y decirle que volvería. Ella se veía muy triste y pensativa. Creo que hasta lloraba… ¡Eso es! Ya que sentí sus mejillas humedecidas al momento en que nos dijimos “adiós”. No sé si ella era la enferma o alguien más, aunque me parece que no.

Tampoco creo que la que estuviera mal fuera mi esposa, aunque no recuerdo cómo andaban las cosas entre ella y yo, pero siento que entre los dos marchaba todo bien, no es que no tuviéramos nuestros problemas como todo el mundo, pero nada que fuera tan grave como para separarnos. Lo que sí recuerdo es que la vi consolando a nuestra hija en el momento en que me fui.

Recuerdo que éramos muy unidos. No había problema o contingencia que no pudiéramos afrontar juntos. Ellas eran mis pilares y yo… simplemente no sé por qué me fui. ¡Diablos! ¡No sé qué ocurre con mi cabeza! Los recuerdos son difusos, pero me parece que la última semana que estuve con ellas algo pasó. Si tan sólo pudiera recordar lo que fue.

La casa se ve un tanto más gastada de lo que recordaba, pero creo que es lógico después de tanto tiempo. Al menos no desentonaré con el decorado, pues yo tampoco luzco muy bien, ni huelo mejor. Me pregunto qué cara pondrá mi hija cuando me vea.

No traigo llaves, pero no las necesito, porque la puerta colapsa con sólo ponerle una mano encima. Adentro todo está muy oscuro y lúgubre. Entro y anuncio mi llegada, pero nadie sale a recibirme. La casa está vacía y se cae a pedazos. El techo tiene agujeros y el piso está tapizado de pájaros muertos, hojas secas y polvo. No se puede ver nada más, y si no fuera por la moribunda luz de la tarde que se cuela por los agujeros del techo, no podría notar ni mi presencia.

Ahora lo recuerdo todo. El enfermo era yo. Estaba en cama y Ximena sostenía mi mano cuando el médico salió de la habitación. Ya no se podía hacer nada más por mí, y sólo era cuestión de minutos el que la muerte me cubriera con su manto y me llevara con ella.

Mi esposa consolaba a nuestra hija, ocultando sus lágrimas tras un velo de fortaleza y resignación. Ximena ya no era una pequeña y sabía perfectamente que no volvería a verme, pero aún así me besó en la frente y dijo que volveríamos a encontrarnos. Entonces estreché su mano, con el último gramo de fuerza que me quedaba, y le dije que regresaría.

No sé qué ha pasado con el mundo, pero sé que no estoy solo. Afuera escucho cómo otros como yo recorren las calles, quizás también en pos de sus familias. Algunos lucen más “descompuestos” o “conservados”, pero todos deambulan como si no supieran por qué.

Yo no sé cómo ocurrió, pero “el por qué” no es una inquietud en mi desolada memoria. No sé los demás, pero yo le prometí a mi hija que volvería… 

                        y aquí estoy.  


                                                       por: Moisés Herrerías Diego


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